Por Carlos Pacheco. La avenida Corrientes siempre da sorpresas: pese a la crisis, levantan un centro cultural de 12 pisos.


La calle Corrientes sigue deparando sorpresas, aunque sus luces se han ido apagando poco a poco por causa de las crisis económicas. En Corrientes al 1500, exactamente frente al Teatro San Martín y en el mismo lugar en el que estuvo el cine Lorraine, los transeúntes habrán advertido que está construyéndose un edificio. En primera instancia, uno podría suponer que se trata de un complejo de departamentos, y no sería ilógico, porque al cabo de estos años muchos cines y teatros han desaparecido o se han convertido en playas de estacionamiento. Lo cierto es que el nuevo edificio, de doce pisos, será el Centro Cultural de la Cooperación.

El emprendimiento es responsabilidad del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y se inaugurará en octubre, con un estreno teatral, «Coriolano», de William Shakespeare, interpretado por Eduardo Pavlovsky y con dirección de Norman Briski.

El coordinador artístico del proyecto es Juan Villafañe, un intelectual de vasta trayectoria en la gestión cultural que ha desarrollado su actividad no sólo en la Argentina, sino además en Ecuador, Venezuela y Colombia. Carga, además, con una profunda tradición artística: es hijo de Javier Villafañe y Elba Fábrega, y se divierte contando: «Mis padres tenían una pequeña salita en casa y hasta un teatrito itinerante. Es muy común para mí estar en estos menesteres. Además, hace 15 años que coordino la actividad de Liberarte».

Un corte de lo que será el Centro Cultural de la Cooperación, en plena etapa de construcción.

Un corte de lo que será el Centro Cultural de la Cooperación, en plena etapa de construcción.

«La idea original de este centro -cuenta Villafañe- fue de Floreal Gorini, un gran cooperativista y presidente del Instituto Movilizador. El me convocó para coordinar la actividad artística, que se integra con otros 14 departamentos. Ellos incluyen literatura, artes plásticas, ciencias sociales, economía, política internacional, historia, entre otros. Formo parte de una dirección colectiva cuyo objetivo es la investigación, la experimentación, difusión y producción de trabajo crítico y estudio de las problemáticas que tienen que ver con la perspectiva argentina, latinoamericana e internacional.»

El área teatral, concretamente, estará conformada por sus variantes de teatro, varieté, artes escénicas, teoría, comunicación y crítica; títeres y espectáculos infantiles y danza. Los coordinadores serán Manuel Santos, Diego Wanstein, Jorge Dubatti y Antuaneta Madjarova.

La actividad se desarrollará en tres salas, que podrán funcionar simultáneamente. Una tendrá capacidad para 300 espectadores y posibilitará transformar el espacio de acuerdo con la puesta que en ella se conciba. Una segunda sala de cámara, con capacidad para 120 personas, será destinada al varieté y la tercera, también con 120 butacas, a trabajos experimentales. Habrá, además, una sala de ensayo que podrá usarse para presentar experiencias de investigación. A estas salas se agregarán una videoteca, una biblioteca, una librería, un centro de música y una galería de arte. En la parte superior del centro funcionarán aulas.

«Vamos a trabajar -comenta Villafañe- siguiendo un modo de producción alternativo que es cooperativo, autogestivo. Apostamos a crear formas de producción distintas de las que impone el sentido común dominante en estos tiempos, que es más liberal, más individual.»

-¿Cómo producirán?

-Vamos a entregar las salas a proyectos organizados en forma de cooperativas y el mantenimiento del lugar también va a ser cooperativo y autogestivo. Los elencos recibirán el 100 por ciento de la recaudación y se harán cargo, con porcentajes que se van a retirar de esas recaudaciones, de los gastos que requiera la actividad de producción artística.

«Se eligió un proyecto -comenta Villafañe- que posibilitará una circulación de público distinta de la habitual en construcciones de estas características. El edificio tiene una fachada que permite que la vereda penetre mucho en él. Es como si una persona entrara a una galería común, pero en este caso será conducida a la galería de artes plásticas, a la librería y al centro de música. Los nuevos procesos de la arquitectura se desarrollan, por ejemplo, en torno de los shopings, una cultura de fachadas y éxitos que se desvanecen rápidamente. Nuestra propuesta es totalmente contraria a eso. Buscamos plantear un modelo cultural que sea participativo, integrado y solidario. Parecen solo consignas, pero realmente intentamos que sea así.»

En esta etapa prefundacional 600 personas, que pertenecen a las distintas áreas en que está organizado el Centro, vienen analizando y discutiendo la actividad que irán consolidando a partir de octubre.

Entre los asesores artísticos se destacan Eduardo Pavlovsky, Alejandra Boero, Norman Briski, Cristina Banegas, Lorenzo Quinteros, Raúl Serrano y Ricardo Bartis (Teatro), Hugo Midón, Sarah Bianchi, Claudio Hochman y Marcelo Katz (títeres y espectáculo infantiles), Inés Sanguinetti (danza), Adrián Abonizio, Liliana Herrero y Vicente Feliú (música), Carlos Alonso y Felipe Noé (plástica) y David Blaunstein, Fernando Peña y Miguel Pérez (medios audiovisuales)

Cuatro millones

Floreal Gorini, actual presidente del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y director del Centro Cultural de la Cooperación, tiene una profunda experiencia en temas cooperativos. Próximo a cumplir 80 años, habla de éste, su nuevo proyecto, con gran entusiasmo. Y no es para menos. En tiempos tan difíciles ellos se propusieron generar esta obra, cuyo costo es de 4 millones de pesos, con la intención, una vez más, de poner en práctica los valores del cooperativismo.

«Consideramos que la crisis que afecta al país y al mundo -dice el especialista- es muy grande y en esto el plano cultural tiene mucho que ver. La cooperación, que tiene por objeto elevar al hombres a través de su capacitación y hacer de la economía un acto de servicio y no de lucro, consideró necesario hacer un esfuerzo mayor al que veníamos haciendo a lo largo de nuestros 43 años de existencia y es así que damos forma a este Centro, en el que se desarrollarán actividades culturales, pero a la vez se analizarán problemáticas sociales, económicas. Queremos desarrollar una cultura de la que participen todas las ramas que hoy interesan a la humanidad. Desde el arte hasta los derechos humanos.»

La idea es promover investigaciones en los más diversos temas, y divulgar sus contenidos a través de publicaciones de lo más variadas. El proyecto hasta incluye la instalación de una radio.

Gorini hace hincapié en la necesidad de reconstruir un tejido social por demás quebrado en estos tiempos. «Hoy se ha perdido la solidaridad -dice- hay una gran indiferencia en grandes grupos de la sociedad que sólo están interesados en pensar en sí mismos y resolver sus problemas». Los ejemplos que cita son pocos y contundentes. El desprecio por la moneda nacional; la insensibilidad generalizada frente a temas relacionados con la educación; o el informe que dio el Gobierno hace pocos días respecto de que 106.000 millones de dólares pertenecientes a argentinos están en el exterior. «El país está carente de capitales para desarrollar sus empresas. Atribuyo eso a una cultura», destaca Gorini.

«Esta cultura -agrega- necesita una intelectualidad que la impulse porque la responsabilidad es siempre de la inteligencia. Con el Centro Cultural trataremos de formar una intelectualidad que salga a la sociedad con sus formas de expresión y las difunda. Aquí hubo una época de oro del cine y del teatro argentinos, entonces teníamos un pueblo que tenía un proyecto nacional. Hoy la cultura está quebrada, ¿cómo hacemos para reestablecerla?, cada uno aportando lo suyo».


Extraído del suplemento Espectáculos del diario La Nación. 17/04/2002.