Cuando Pablo Neruda me llevaba a pasear por Isla Negra

A Patricio Contreras.

 

La cuarentena está permitiendo encontrarnos con el arte, con  el teatro, con la literatura. Todo aparece como un juego poético en la vida de todos los días. Lo cotidiano pasa a ser extraordinario. Uno revisa los archivos, los papeles estancados, como grandes mapas que señalan dónde estaba guardado el tesoro.

Resulta que una mañana me encuentro con un libro de Pablo Neruda titulado “Las uvas y el viento”, editado por Nascimento en Santiago de Chile el día 4 de junio de 1953 a las 6 de la tarde (así está registrada la fecha de edición). El libro está dedicado por Pablo Neruda a: Elba Fábregas, Javier Villafañe, Juan Cristóbal Villafañe (que soy yo), a la Andariega, a la poesía, con amor y su firma, con la fecha del 30 marzo del año 1954.

Dentro del libro aparecen otros papeles antiguos que reconfirman hechos que en su momento me habían contado y que yo mantuve siempre en mi memoria. Pablo Neruda había invitado a mis padres a festejar su cumpleaños. En esa oportunidad Javier y Elba le regalaron a Pablo una función de títeres. La jornada, según consta en la invitación oficial, tuvo lugar el sábado 3 de abril a las 21 hs en la calle Huérfanos 713, piso 8, en Santiago de Chile. Guardo también dentro del libro el menú de la cena que se ofreció para el cumpleaños de Neruda.

Mis padres me contaron que, durante una ceremonia especial, Pablo Neruda me bautizó con vino para que “el niño sea en el futuro un poeta”. Este bautismo se transformó, más tarde,  en un debate familiar acerca de la conveniencia de que Neruda me haya otorgado tal nombramiento desde tan niño. Mi madre, particularmente, reconociendo mis andanzas por el mundo, el salir solo para andar a caballo, el dedicarme a la caza o a la pesca de tarariras en el río, pensaba que aquel destino ya no se iba a cumplir. Yo, en mi primera adolescencia, no estaba tan atento a las necesidades líricas que cualquier aprendiz de escritor que se digne de ser tal necesita cultivar. Si bien vivía dentro de un teatro, con grandes bibliotecas, centenares de títeres colgados en las paredes, un escenario generoso, un escritorio, un taller de pintura, un centro de música, mis prácticas personales no daban muchas señales sobre lo que implicaba ser un digno futuro escritor. Recién a los dieciséis años comencé el juego con metáforas e imágenes y a tener cierta conciencia de la escritura poética.

Pablo Neruda me llevaba cuando era un niño a pasear por Isla Negra y yo siempre guardo el recuerdo de una casa llena de caracoles y platos de cerámica con peces dibujados. También los galopes a caballo por la nieve en los viajes hacia la cordillera y el gran impacto del mar como un gran recuerdo feliz que tengo de este mundo. Mi hermano Emilio nació en Santiago de Chile en 1955. Luego con mi familia nos radicamos en la Provincia de Buenos Aires.

Encontré el texto de Neruda trabajando con un libro de poemas que ya casi tengo terminado. El poemario, bajo la autorización expresa de Leopoldo “Teuco” Castilla, se titula: “El Corte Argentino”. Los poemas, en cada uno de sus capítulos, recuerdan a los amigos de mis padres, como  Leda Valladares, Ariel Bufano, Jorge Enrique Adoum, Emilio Petorutti, Miguel Angel Asturias, Enrique Wernicke,  Violeta Parra, Vicente Marotta, Hamlet Lima Quintana, Luis Diego Pedreira, Enrique Molina, Maria Elena Walsh, Mario Jorge De Lellis, Mario “Pepe” Quintana y, por cierto, Pablo Neruda,  que representaron en mi infancia mis primeras experiencias poéticas y artísticas. Un libro que reúne el mundo familiar, la niñez, el río, y una gran naturaleza invadida por un teatro. Agrego a esta nota el poema de mi libro que está dedicado a Pablo Neruda sobre aquella hermosa experiencia, cuando el poeta chileno me llevaba a caminar por la orilla del mar.

 

 

Pablo Neruda 1954. Los caballos galopan en la nieve.

 

Los caballos galopan en la nieve

Paisaje blanco de un niño iluminado por el sol

Con esas frutas que te traje de Europa

Uvas del viento que te puse en el fuego,

En un mar, en una isla encendida en tu copa de vidrio

Te llevo ahora de la mano para que me recuerdes

Que viste estos caracoles y este plato de peces

Cuando todos los años hayan pasado hasta que escribas la carta final

La ruta del sur al borde del agua

Y salpiquen como la magia de los días en que estuvimos juntos

Y presentemos otra vez mi libro sobre la sangre de aquel tiempo

Y que veas mi letra verde que te recuerde el día

La ventura de saber que una vez nos vimos en la isla

Y tú eras tan niño en esa tarde marítima en que te dije todo

Abre ahora en la segunda página el amor que tiene mi firma

Y salta una vez más del caballo que la nieve abunda

Como el vino de estas uvas que te traje de mis primeros viajes

Cuando puedas comprender la importancia que tienen las cosas

Y que sepas más de mí en la vida final que fue tan triste

Porque tuve que irme cuando me traicionaron en mi pueblo profundo

Mis poemas escritos en la altura y en el brillo del agua de la isla que ya viste

Tomado de mi mano cuando apenas hablabas

Eras tan niño con ese brillo de sol extendido que ya casi no recuerdo

Si el brillo no era el mar sobre la tierra

O era esa carreta donde viajabas en el teatro que te vio nacer

Y viniste a visitarme para que te derrame el vino sobre tu primer viento con las uvas.

Y que te espero de nuevo cuando vuelvas a la entrada del mundo, en la patria de al lado.

 

Juano Villafañe

Poeta, Gestor cultural, Director artístico del Centro Cultural de la Cooperación

 

Agradezco la ilustración de Alejandra Conti

Imágenes extendidas

IMÁGENES EXTENDIDAS

 

La humildad era ese tendal de peces sobre las alambradas agotadas de sangre.

Como rojos prendidos a las anguilas que no terminan de caer a la tierra.

Con el agua marrón que aun corre sobre el borde del barro con aquellos animales que siguen atacando.

Abrimos otra vez la tranquera de regreso, el tendal de pesca para que se vea el trabajo lleno por el día.

Todo como un cuadro que recién atardece.

Mi madre asombrada por el exceso de sus hijos recibe las visitas. Todos miran el mundo, la casa y el teatro.

 

(Del libro inédito, El corte argentino)

La imagen editada corresponde a la artista Alejandra Conti.

El estado de la ficción y una sociedad incrédula

EL ESTADO DE LA FICCIÓN Y UNA SOCIEDAD INCRÉDULA. (La obra que se edita con esta nota corresponde a la artista Alejandra Conti)

A propósito de una reflexión de Noam Chomsky

“La desilusión con las estructuras institucionales ha conducido a un punto donde la gente ya no cree en los hechos. Si no confías en nadie, por qué tienes que confiar en los hechos. Si nadie hace nada por mí, por qué he de creer en nadie”. Esta reflexión inicial propone un debate entre los grandes relatos ficcionales que producen los medios de comunicación y las micropoéticas de la resistencia que ofrecen los artistas.

Noam Chomsky considera que: “El neoliberalismo existe, pero solo para los pobres. El mercado libre es para ellos (los poderosos), no para nosotros. Esa es la historia del capitalismo. Las grandes corporaciones han emprendido la lucha de clases, son auténticos marxistas, pero con los valores invertidos. Los principios del libre mercado son estupendos para aplicárselos a los pobres, pero a los muy ricos se los protege”. A ello hay que agregar que vivimos la ficción de que el mercado es maravilloso porque nos dicen que está compuesto por consumidores informados que adoptan decisiones racionales.

Para Chomsky la desilusión con las estructuras institucionales ha conducido a un punto donde la gente ya no cree en los hechos. (Si no confías en nadie, por qué tienes que confiar en los hechos. Si nadie hace nada por mí, por qué he de creer en nadie.).

La ficción artística establece siempre relaciones sensibles. En esta etapa de la post-verdad en donde nada parece como cierto, la ficción aparece paradojalmente como una zona creíble. Digamos que la verdad artística o la ficción se presenta como mucho más creíble que la propia realidad.  Aprovechando este estado ficcional aceptado y reconocido en general por la ciudadanía, una empresa como Netflix adquiere una presencia masiva en la sociedad. Las obras que presenta Netflix inclusive generan una agenda cotidiana para el debate que ofrece el ciudadano medio, estar enterado es reconocer que fue lo que se ha visto  o no se ha visto de la programación que ofrece Netflix.

Esta gran paradoja producida por la desilusión ciudadana que ya no reconoce la verdad de los hechos ni las instituciones ha re-colocado el lugar de la ficción artística en un plano de alta masividad. Netflix a la vez ofrece productos de cierta calidad artística y esto también es notable, por lo tanto los relatos artísticos tienen masividad. Pero también los micro-relatos y las micro-poéticas adquieren cierta masividad por cierto relativa, pero también impactan y se mantienen en la programación del circuito cultural presente.

Por ejemplo: La Cuna Vacía es un espectáculo maravilloso de Omar Pacheco que se estrenó en el Centro Cultural de la Cooperación por los 30 años del Golpe Cívico-Militar y lleva realizadas cerca de 6300 funciones y sigue estando en cartel. La Cuna Vacía es una obra de Teatro que habla del dolor, pero lo hace desde la búsqueda de la luz, desde la pintura, como si fueran imágenes y metáforas móviles en permanente acción, como si fuera una película. Este ejemplo puede extenderse hacia una gran cantidad de ejemplos. Parecen ser fenómenos típicos de las grandes crisis, el ciudadano busca encontrase con otro mundo dentro del mundo de los simulacros y artificios.

Paradojas al fin que conviene atender para pensar que ocurriría si los grandes sueños y utopías se transformaran en realidades cotidianas. Por eso más allá de los consumos y utilizaciones comerciales, el arte y los sueños tienen alto impacto en los propios cambios que necesitan los pueblos.

El fin de la cultura libresca?

EL FIN DE LA CULTURA LIBRESCA?

La cultura libresca ha sido alterada por el impacto de las industrias culturales y muy particularmente por las ciber-culturas. Este tema es muy importante para estudiar porque permite reconocer cómo se ha ido re-configurando el capo intelectual y político en nuestro país y en América Latina. Este tema sirve para considerar cómo trabajar en la política-cultural y en lo político.

Recordemos que La Reforma Universitaria de 1918 tuvo un gran impacto en America latina y en todo el movimiento “arielista”, (pensemos en Mariátegui, José Antonio Mella o Haya de la Torre)   movimiento basado en el Ariel de Rodo donde se consideraba al intelectual, a los jóvenes estudiantes, a las nuevas clases medias, como los sujetos de la revolución, la modernización y la transformación en nuestro continente. La figura del Ariel representa al intelectual y es un personaje de la obra la Tempestad de Shakespeare.

 

ESA CULTURA LIBRESCA TRADICIONAL se ha modificado con el impacto de las redes.

Antes se hablaba de cultura popular, cultura de elites y cultura de masas, bien definidamente. Hoy las subjetividades del presente fueron colonizadas. La cultura libresca, ha sido colonizada por la cultura industrial y finalmente  por la ciber-cultura y estas modificaciones que se producen con las redes atraviesan transversalmente a los sectores populares y a las elites.

 

El  consumo a través de Internet no ha generado por cierto el abandono de los bienes culturales analógicos tradicionales  sino más bien la forma en que se distribuyen, o sea el libro en papel sigue existiendo, el disco o el cine, pero adquieren otras sistemas de distribución y consumo  con Internet

EL fin dominante de la cultura libresca es un dato de la realidad que impacta sobre la configuración total de los campos intelectuales tradicionales y culturales, establece nuevos sujetos y nuevos sectores se incorporan a esta cultura de internet.

Este fenómeno de Internet está asociado al neoliberalismo a la forma de hacer política, a lo virtual, a la pos-verdad. Pero quiero ofrecer un dato importante en relación a la forma de enfrentar las lógicas neoliberales que son hoy muy funcionales a las lógicas virtuales de las redes.

 

La estructura de clases sociales de la región (recuerda en la nota “El misterio de la clase media en América latina”, Alfredo Serrano Mancilla)  ha cambiado sustancialmente de forma acelerada. Se conformó un nuevo sujeto gracias a las políticas redistributivas implementadas en la región. En Bolivia, en la última década, el 20% de la población ha pasado de la extrema pobreza a ser considerada como clase media. En Ecuador, en ese mismo periodo, la clase media se duplicó. En Venezuela, durante la Revolución Bolivariana, se triplicó. En Argentina, durante el ‘kirchnerismo’, se incorporaron 9 millones de personas a esta categoría. En Brasil, durante los gobiernos de Lula y Dilma, la nueva clase media abarca a 39 millones de personas. Este ascenso social o ‘reenclasamiento’ positivo es un rasgo característico irrefutable de este ciclo político.

 

García Linera la conceptualiza como «clase media de origen popular». Esta clase media nueva conlleva también una nueva intelectualidad nacida dentro del cambio de la cultura libresca por la cultura de internet.

 

Hay que pensar en este nuevo fenómeno de re-configuración intelectual y las nuevas clases medias de origen popular y sus relaciones con la política establecida o tradicional. Yo creo que este fenómeno hay que atenderlo y ya comienza a manifestarse en el circuito cultural argentino y latinoamericano.  De otra forma y por otros caminos se parece de alguna forma a aquel gran movimiento “arielista” que circuló por América Latina durante las primeras décadas del siglo pasado.

Javier Villafañe no ha existido nunca

 

 

Javier Villafañe no ha existido nunca.

Los prodigios que producía ese señor de barba blanca y ojos submarinos no tenían el menor asidero en la vida real. Alucinado, creyendo en el embeleco de su existencia, hace años que intento hacerle una elegía. Y no hay cómo…

Por Leopoldo Castilla

Una vez reuní una serie de pruebas que demostraban que Javier Villafañe, no había existido nunca, dado que todos los prodigios que producía ese señor de barba blanca y ojos submarinos no tenían el mínimo asidero en la vida real, menos en el código de las buenas costumbres, además de no registrar antecedentes en la historia que, como todo el mundo sabe, se repite y no se anda con imaginerías que pongan en duda su buen nombre y honor.

Javier Villafañe en realidad fue el invento de un señor que se llama Maese Trotamundos, el del sombrero alón y la corbata voladora. Un actor de fuste que ascendió al papel maché y a la gloria del teatrino donde cosechó aplausos y una amante que rima con amante: Genoveva de Brabante.

Fue él el que inventó La Andariega, una carreta para que la mula Mariposa, llevara a un titiritero con las bridas y a otro fumando, mirando el cielo, que es donde continúan todos los caminos. Fue él, el que cargando en su maleta, a Javier, ese señor que solía usar tres sombreros en su cabeza disparatada, lo sacaba en las funciones para que cuente las monedas de la gorra, una para el pan, otra para el amigo, otra para el vino, y el que lo ponía a escribir versos emocionados de tanta alegría. Después, el tal Villafañe, adquirió una alevosa maestría que hasta se dio el lujo de ser un gran poeta, ese Jacques Prevert de la poesía latinoa­mericana y no sólo eso, sino que además, como contaba Salvador Garmendia, les enseño a escribir cuentos a los venezolanos, con una prosa breve, feroz y risueña.

Quiero hacer hincapié que Don Maese Trotamundos pernoctó varios años en Los Andes de Venezuela, donde se asiló perseguido por la Junta Militar Argentina, que como todo el mundo sabe eran títeres, sin saberlo, sólo que a diferencia de éstos eran crueles y mediocres. Allí, al parecer el susodicho Villafañe, para seguir aparentando ciertos rasgos humanos, se dedicó a escribir libros, a juntar cuentos y relatos de cuanto veloriado había y hasta creó una Cátedra de Títeres en la Universidad. Todo a espaldas de Maese Trotamundos que, ajeno a estas maniobras, salía a ganarse el pan, actuando de pueblo en pueblo, como lo venía haciendo por toda América Latina.

No contento con ello el mencionado Javier se las ingenió para entrar a España de contrabando junto a un tal Juancito, una tal María y el Diablo, miren ustedes, el Diablo, las compañías en las que andaba. Allí llevó a otros personajes que sería de buen gusto no recordar por aquello de “dime con quién andas y te diré quién eres”, como Dávalos novelista, Paulino Durán, titiritero, Eduardo Gomandés, fotógrafo y bajo el poncho a toda la poesía de Venezuela.

Anduvo por Castilla-La Mancha, cobrando los emolumentos que conseguía Maese Trotamundos -ya al borde de una palidez mortal, de hambre seria – y, por supuesto, dilapidándolos sin que pudiera ser capturado por policía alguna, ya que carecía de impresiones digitales -siendo bastante impresionista- como le ocurre a todos lo titiriteros que ceden sus manos a las manos de los muñecos.

En uno de sus viajes a Venezuela vino del brazo de una bella mujer llamada Luz Marina. Es fácil ver la argucia literaria detrás de este nombre. Una muchacha tan encantadora que sólo podía ser una metáfora y que lo acompañó por todos los caminos haciéndolo atravesar aduanas con pasaporte verdadero, pero con la persona falsa. Porque persona de este mundo no era, de eso estoy seguro.

Maestro en ardides como Pedro de Urdemales, como Juan El Zorro, en cuya compa­ñía supo trasegar vinos y países, se afilió al Partido Comunista -en realidad no sé si se afilió- pues como es lógico en quien es imaginario, se unió a la utopía. Tal era su don de hechicería que hasta viví con él -consiguió hacerme titiritero y trastocar mis impolutos hábitos. Sí, repito, viví con él, totalmente convencido de que existía. Por creerle perdí una escombrosa mansión que alquilaba en el muy distinguido barrio de Lavapiés, a causa de que sobraba un cuarto. «Es el cuarto del viudo, Teuquito, hay que buscar un viudo». Hallamos un divorciado, Tito Gómez (todo di­vorciado es un viudo provisorio) quien a su vez halló a una dama que alucinada se desnudó en el balcón y a los gritos amenazaba con suicidarse. Resultado: yo en la calle, denostado por los vecinos, porque además de ese escándalo, el susodicho Javier el día antes, había salido en procesión con la barba pintada de rojo y un copón en la mano, y en esa procesión, precedido por mí -perdón Santa Madre Iglesia, perdón- que disfrazado de Papa repartía bendiciones a los atónitos madrileños.

Desde entonces tengo estos desvaríos que no se me pasan. Y es más: alucinado como Don Quijote que al verlo en La Mancha abandonó España, porque como decía, ya el irreparable Ingenioso Hidalgo: «Coño, me libro de ver gigantes donde había Molinos y ahora veo Javieres Villafañes”. Y se internó en un, neurosiquiátrico.

Alucinado, decía, yo, es que esto les cuento, que creyendo en el embeleco de su existencia hace años que intento hacerle una elegía. Y no hay cómo, porque viéneseme para al lado y el muy invisible me dice: “No sea burro, no se ponga solemne”.

Da dos pasos y antes de desaparecer agrega, el maldito: “No le va a salir, no le va a salir”.

De allí que atado a un hilo de conciencia que me resta, respetable público, damas y caballeros, reafirmo mi teoría: Javier Villafañe, no ha existido nunca. La prueba es que ese señor, esa criatura estrafalaria y prodigiosa, no puede morir, nunca va a poder morir.

Leonor García Hernando. Una gran poeta en las fronteras argentinas

LEONOR GARCÍA HERNANDO

Texto de presentación para una antología.

Una gran poeta en las fronteras argentinas.

Se trata de escribir sobre la poesía a propósito de la presentación de esta antología. De escribir algunas breves líneas sobre la poesía de Leonor García Hernando y el contexto a su vez en que ella escribió. Este contexto fue creado también por la propia autora que publicó gran parte de su obra en la colección de Poesía Mascaró. Con éste libro reconocemos escrituras que se generaron entre fronteras, la propia Leonor García Hernando fue una poeta de fronteras asociada a un colectivo poético del que nunca se separó. Por eso, al hablar de Leonor García Hernando, hay que hablar también de los Poetas de Mascaró por el afecto que ella misma puso en su propio entorno. Se trata de autores que formaron parte del hacer poético nacional entre los primeros años de la década del setenta hasta los años noventa. Como referencia particular estoy pensando en el Taller Literario Mario Jorge De Lellis y en la revista de literatura Mascaró. Como espacio más amplio algunos de los debates poéticos en últimas cuatro décadas. Cuando digo  fronteras hablo de lo que representó una generación que vivió entre dictaduras y post-dictaduras.  Siempre trabajamos con temáticas que compartimos entre quienes fuimos compañeros de viajes. Reflexiones siempre sobre el sentido de la poesía. También recordando a nuestros compañeros de taller desaparecidos que fueron víctimas del terrorismo de estado o murieron durante la pos-dictadura. Por eso se trata de escrituras y reflexiones entre fronteras. No pretendo por cierto establecer ningún canon ni reivindicar un programa, ni Leonor García Hernando ni Los Poetas de Mascaró tuvimos un programa. Formamos parte de un espacio que no fue de ruptura y a la hora de las continuidades co-participamos de una nueva exposición de multiplicidad de poéticas y micro-poéticas. No terminamos de ser en los años setenta y nos instalamos en los años ochenta en la diáspora de una derrota de la cual tampoco pudimos hacernos cargo porque habíamos sido demasiado jóvenes. La poesía seguía siendo una zona de riesgo. Dentro de un  sorpresivo presente poético con una gran diversidad como riqueza, con las lógicas inflaciones que ofrecen los campos virtuales o las multiplicaciones de las patrias interiores donde las voces trabajan cuerpo a cuerpo. De alguna forma esta antología que presento también se trata de un reencuentro con quienes militamos juntos en la poesía, polemizamos, nos reunimos en la amistad. Me refiero a Leonor García Hernando, Luis Alonso, Nora Perusín y Sergio Kisielewsky quienes integramos el Taller Literario Mario Jorge De Lellis y en los años ochenta creamos la Revista de Literatura Mascaró.

Damos vueltas sobre nosotros mismos

El acto de poetizar es esencialmente es una fidelidad con la vida de uno mismo. Y aquella concentración que se genera desde el objeto-poema, aquella dureza que se esconde como energía en algún papel, libro o pantalla es también un esfuerzo personal. Por cierto que lo bello individual debe soportar “la contemplación pública”, pero el flujo de los signos sigue emanando de un objeto creado individualmente entre la palabra y el que se asume como trabajador de la palabra. Trabajo humano entonces creado por el oficio del poeta. Con este sentido se entregó Leonor García Hernando a realizar sus poemas Trabajo sobre el que ella volvió  siempre, fidelidad constante, pero también trabajo del ocio, en  un hacer del tiempo poético que produce lo intangible: imágenes, metáforas, lenguajes. Leonor García Hernando fue una gran trabajadora de lo poético y entregada constantemente a la experiencia de la vida real.

Damos vueltas sobre nosotros mismos ante  cada hoja de papel en blanco. Somos contemporáneos  de nuestros propios presentes que van de la angustia, al hastío. Nos asombra el peso de la historia, de las escrituras de los clásicos que extendieron sus tiempos opulentos frente a la fragilidad de nuestros presentes exiguos, era asombroso reconocer en Leonor García Hernando ese vértigo enorme por los clásicos y los modernos. Pero esas escrituras y esas extensiones en las lecturas se asociaban también en la vida de Leonor García Hernando. En cada extensión de papel reconocemos la necesidad de la fe para creer, para crear. Uno también duda del acto original de la escritura para ir hacia las sobres escrituras, para ensayar sobre las palabras ya escritas de uno y sobre las escrituras de otros. Pero ese desplazamiento también  es parte de una fidelidad acordada desde la primera imagen que uno sintió realizada como autor. Por eso el Taller Literario Mario Jorge de Lellis nos asoció individualmente y colectivamente en esos ensayos y sobre escrituras tan dinámicas y constantes.

          Leonor García Hernando fue totalmente fiel al misterio de lo real que a veces nos es ajeno y cuando más inmediato más extraño a veces. La fidelidad a la vida debe conducirnos a la vida del espíritu. ¿Pero dónde queda el espíritu? El propio Descartes se murió sin saber el lugar donde vivía el alma: si en el cerebro o en el corazón. Pero más allá donde radique el alma o el espíritu, la obediencia poética parece conducir a la felicidad, digo que parece, porque en este sentido la obediencia era una constante en el trabajo poético de Leonor García Hernando en los bares de Buenos Aires. ¿Y la desobediencia? ¿La desobediencia Leonor García Hernando que también  era tu marca, a dónde nos conduce? ¡Vos que fuiste tan terminante en la irreverencia y en la cachetada en la calle!

 El cansancio de los materiales.

Leonor García Hernando fue fiel a sí misma. Vivió en unidad de poesía y vida. Creo que en los años setenta y ochenta no existe una representante tan cabal que unió a la poesía con el acto cotidiano en forma tan radical. Sentada sobre sí misma en el bar La Paz escribía  y se iba con sus poemas. Fue la mejor representante de las escrituras que se crearon entre fronteras, entre dictadura y pos-dictadura en la Argentina. Y fue para nosotros una referencia permanente de los que conformamos una editorial donde ella publicó la mayoría de su obra poética y una revista literaria como Mascaró.

“La poesía como lo más parecido a una autobiografía de la muerte” adelantaba Tamara Kamenszain en su libro “La edad de la poesía” en su capítulo “La lírica terminal”. Se parte de una tensión casi inamovible: “Porque no hay una manera humana de abandonar la primera persona gramatical, aunque se ensayen otras. Y esto es como decir que no se puede no morir” El poeta es consiente entonces que se escribe más allá de los estados, como un diario de vida contra la propia muerte, los estados irán profundizando el límite de la propia lírica. Un yo íntimo y privado que se contrasta con la primera persona del plural. La escritura entre fronteras forzó en nuestro país esos límites entre el yo y la muerte de los otros. Se aprendió a la fuerza a reconocer la muerte pública, ante la muerte lírica de la primera persona, aquello que Leonor García Hernando tituló tan bien en “la muerte argentina”.

  “El cansancio de los materiales” es su último libro. Un título que nos fue entregando antes de morir  y donde su poesía se seguía condensando en unidades de largos alientos, aunque sus poemas cortos también respiraban grandes estados. Poemas que pueden ser leídos individualmente pero a su vez están asociados por la densidad de un lenguaje que abre y cierra cada uno de ellos como si se tratara de un todo y de las partes del todo. De alguna forma todos sus libros establecían esas condiciones de prosas y versos ensimismados, encabalgados, asociados por la fuerza de un espíritu desbordante. Además, particularmente este último libro, fue un libro casi artesanal lacrado por las propias manos de Leonor para dar total autenticidad al contenido de sus poemas.

Esta antología que me ha encargado la Editorial el Suri Porfiado reúne entonces poemas de sus cinco libros: Mudanzas (Ediciones del taller literario Mario Jorge De Lellis, 1974), Negras ropas de mujer (Colección de Poesía Mascaró, 1987), La enagua cuelga de un clavo en la pared (Ediciones Ultimo Reino, 1993), Tangos del orfelinato-Tangos del asesinato (Colección de Poesía Mascaró, 1999) y El cansancio de los materiales (Colección de Poesía Mascaró, 2001).

 

Juano Villafañe

Buenos Aires-Abril de 2018

Ley Federal de las Culturas

El Frente de Artistas y Trabajadores de las Culturas presentó en la Cámara de Diputados el proyecto de Ley Federal de las Culturas. Es sin duda uno de los acontecimientos políticos y culturales del año. Se trata de colocar en agenda un tema fundamental para nuestro país, que carece de una ley orgánica, y debatir cómo debe ser un gobierno nacional de la cultura. Frente a la emergencia cultural producida por la aplicación de medidas neoliberales, restauradoras y conservadoras, el debate de esta ley coloca otros temas alternativos en lo cultural y político.
El proyecto ha sido el fruto de intercambios en 46 Foros de Elaboración Participativa a lo largo y a lo ancho de nuestro país, de los que participaron más de 12.000 personas y más de 2.000 organizaciones con cientos de expositores. El Frente de Artistas y Trabajadores de las Culturas, a su vez, pudo instalar su representación en todas las provincias argentinas integrando a todas las disciplinas artísticas, culturales, profesionales  y técnicas.
Para elaborar el proyecto se partió de un concepto plural de la cultura que permite comprender a la diversidad cultural, lingüística, étnica y de género, como una base polifónica constitutiva de las sociedades en general y del cultivo de la identidad cultural de la Argentina en particular, en el marco de un proyecto emancipador de soberanía cultural. Se consideró a los derechos culturales como derechos humanos y el Estado como garante indelegable de su cumplimiento, estableciendo que los sujetos culturales son todos los habitantes de la República Argentina.
La inversión estratégica para el desarrollo de políticas públicas federales será no inferior al 1% del presupuesto nacional anual, tal como lo recomienda la UNESCO y el Ministerio de Cultura de la Nación administrará los recursos destinados al financiamiento de las políticas culturales públicas con un sentido federal. Para nosotros el mecenazgo puede ser un coadyuvante de las políticas públicas pero con la asistencia del Estado. El mecenazgo no puede existir como única ley nacional de la cultura, ya que se transforma en un negocio entre privados con dineros públicos, permitiendo el clientelismo, la intermediación y el lobby de las fundaciones privadas o estatales.
Este proyecto reconoce como preexistentes y existentes a los pueblos originarios, como parte integrante de la diversidad y riqueza constitutiva de nuestro país y se consideran sus lenguas como patrimonio cultural nacional. Coloca en un pie de igualdad a todos los trabajadores y trabajadoras de las culturas: artistas, técnicos, hacedores, artesanos, gestores y promotores culturales, como así también cualquier otra persona que participe en forma directa o indirecta en los hechos y actividades culturales previstas en el proyecto de ley.
Consideramos al federalismo como razón de Estado. Valorizamos la promoción y consolidación del Mercado de Industrias Culturales (MICA) a través de políticas culturales específicas para cada sector y con perspectiva federal; entre ellas, el estímulo y desarrollo de contenidos de cultura digital, el fomento de contenidos audiovisuales para el uso de nuevas tecnologías, la promoción del desarrollo de plataformas digitales, así como aspiramos a contribuir a la creación y al desarrollo de redes y circuitos locales, regionales y nacionales para la puesta en valor, circulación y comercialización de los productos del MICA. El proyecto impulsa la promoción de las producciones audiovisuales federales, a través del Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisuales y estimula la creación de un Observatorio Nacional de Culturas Públicas (ONCP), que será el órgano encargado de la medición, seguimiento, investigación y evaluación de las políticas públicas culturales federales. Se promoverán, a su vez, la creación de Observatorios Regionales de Culturas Públicas, con asiento en las universidades públicas y la creación de un Consejo Federal de las Culturas, con el objeto de asesorar a la máxima autoridad cultural nacional para el desarrollo federal y plural de las políticas. El proyecto, en definitiva, garantiza un gobierno democrático de la cultura, federal y participativo.

Juano Villafañe

Los intelectuales y el poder

Columna de opinión de Juano Villafañe, poeta y Director Artístico del Centro Cultural de la Cooperación. «En este sentido, la función intelectual es en sí misma una tarea y una función específica en la sociedad. No todos los intelectuales son políticos, ni todos los políticos son intelectuales. La retórica de los intelectuales se agota en sí misma como se agota en sí misma muchas veces la retórica de los políticos.»


El saber puede conducir al poder –es una de las posibilidades–. El saber de alguna forma también es poder. El poder a veces liso, llano y burdo recurre a los intelectuales para que le escriban sus discursos que también pueden ser discursos, lisos, llanos y burdos. También el poder recurre a la inteligencia, a los relatos solventes y eruditos. Los intelectuales (como el ejemplo de Fausto) a veces entregan su alma al diablo. En la gran obra de Goethe el propio Fausto se esfuerza en aprender todo lo que puede ser conocido, en formarse, en adquirir saber, pero lejos de los propósitos morales. Fausto reconoce los límites humanos ante la ciencia y se vuelca hacia la magia, hacia la alquimia, para alcanzar utópicamente el conocimiento infinito y hace un pacto con el diablo para vivir en las mejores condiciones mientras está en la Tierra.

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Los días escritos

Los días escritos


 

Cada día tiene un mundo privado. Un mundo complejo por donde uno pasa. Cada día tiene un estado público de las cosas. Se escribe entre esas tensiones que emocionan por la forma en que nos atraviesa la vida. La vida pública y la vida privada. En algunos textos de los días escritos uno está más cerca de la poesía, la contemplación. Otros días son más prácticos, más alejados de uno. Se trata de mirar alrededor para descubrirse uno en el mundo. Qué mundo que nos toco! Cuántos interiores nos llegaron de golpe como si fueran todos una memoria inconclusa! Qué mundo interno nos toco a cada uno! Lo público es algo que también nos toca como una memoria inconclusa. Cada día se escribe para completarlo, comunicarlo. Todos los temas son los días escritos. Todos los temas valen hasta el otro día donde volveremos a ser más públicos que privados o más privados que públicos. Según lo que nos toque, según la prudencia o la aventura que asumamos. También a veces las cosas ocurren cuando termina el día, al finalizar una jornada o en la noche, que también forma parte del día. Escribir sobre todos los temas es el desafío, día a día o semana a semana. Escribir, encontrarse con uno mismo y con las cosas que pasan en el mundo.

Juano Villafañe

Los poetas de Mascaró

Ensayos sobre la poesía: ensayos sobre los ensayos

Se trata de escribir sobre la poesía. De reconocer escrituras que se generaron entre fronteras. De autores que formaron parte del hacer poético nacional entre los primeros años de la década del setenta hasta los años noventa. Como referencia particular estoy pensando en el Taller Literario Mario Jorge De Lellis y en la revista de literatura Mascaró. Como espacio más amplio algunos de los debates poéticos en últimas tres décadas. Cuando digo  fronteras hablo de lo que representó una generación que vivió entre dictaduras y post-dictaduras. Cuando hablo de escrituras pienso en volver a opinar (1) sobre el hecho poético tomando como referencia núcleos literarios de los que formé parte. Se trata además de notas sobre  ensayos de autores como:………

En unos casos se trata de temáticas que compartimos entre quienes fuimos compañeros de viajes. En otros de reflexiones sobre el sentido de la poesía para uno mismo. También se trata de una memoria recordando a nuestros compañeros de taller desaparecidos que fueron víctimas del terrorismo de estado o murieron durante la pos-dictadura. Por eso se trata de escrituras y reflexiones entre fronteras. No pretendo por cierto establecer ningún canon ni reivindicar un programa. Formé parte de un espacio que no fue de ruptura y a la hora de las continuidades coparticipamos de una nueva exposición de multiplicidad de poéticas y micro-poéticas. No terminamos de ser en los años setenta y nos instalamos en los años ochenta en la diáspora de una derrota de la cual tampoco pudimos hacernos cargo porque habíamos sido demasiado jóvenes. La poesía igual sigue siendo una zona de riesgo. Dentro de un  sorpresivo presente poético con una gran diversidad como riqueza, con las lógicas inflaciones que ofrecen los campos virtuales o las multiplicaciones de las patrias interiores donde las voces trabajan cuerpo a cuerpo. Se trata de una suma de notas ensayísticas que abordan distintos debates en la poesía argentina, diversos momentos vividos en común o en soledad, temas o acontecimientos históricos o simplemente reflexiones. El libro está acompañado por una selección de poemas. De alguna forma también se trata de un reencuentro con quienes trabajamos juntos en la poesía, polemizamos, nos reunimos en la amistad. Me refiero a Leonor García Hernando, Luis Alonso, Nora Perusín y Sergio Kieslevsky y María Elena San Martín (*) quienes integramos el Taller Literario Mario Jorge De Lellis y en los años ochenta creamos la Revista de Literatura Mascaró.

Uno da vueltas sobre sí mismo

El acto de poetizar es esencialmente una fidelidad,(2,77) una fidelidad con uno mismo. Y aquella concentración que se genera desde el objeto-poema, aquella dureza que se esconde como energía en algún papel, libro o pantalla es la que “ostenta los signos sagrados de la escritura que disfrutan los retóricos, los filólogos y muchos lectores” (3,77). Por cierto que lo bello individual debe soportar “la contemplación pública” pero el flujo de lo signos sigue emanando de un objeto creado individualmente entre la palabra y el que se asume como trabajador de la palabra. Trabajo humano entonces creado por el oficio del poeta. Trabajo sobre el que uno vuelve siempre, fidelidad constante, pero también trabajo del ocio, en  un hacer del tiempo poético que produce lo intangible: imágenes, metáforas, lenguajes.

Damos vueltas sobre nosotros mimos ante  cada hoja de papel en blanco. Somos contemporáneos  de nuestros propios presentes que van de la angustia, al hastío. Nos asombra el peso de la historia, de las escrituras de los clásicos que extendieron sus tiempos opulentos frente a la fragilidad de nuestros presentes exiguos. Pero a cada extensión de papel reconocemos la necesidad de la fe para creer, parta crear. Uno también duda del acto original de le escritura para ira hacia las sobres-escrituras, para ensayar sobre las palabras ya escritas de uno y sobre las escrituras de otros. Pero ese desplazamiento también  es parte de una fidelidad acordada desde la primera imagen que uno sintió realizada como autor.

“Todo poeta tiene un pensamiento implícito” (4,82) recuerda Cintio Vitier en su ensayo “Palabras a la aridez y es trabajo de la crítica descubrirlo. Pero Vitier reconoce que “Si hay una concepción cartesiana, hay también una concepción gongorina de las cosas” (5,82) que resulta más difícil de descubrirlo en los poetas profundamente líricos. Pero existe definitivamente el pensamiento del sentimiento “el pensamiento aún no racionalizado”(6,82) a lo que debemos agregar  “la sombra del pensamiento mítico” (7,82) que se reconoce anterior a la distinción entre mito y logos, al propio “nacimiento de la filosofía” (8,82). La poesía  “trata de reconstruir su templo en las ruinas del mito que son las metáforas” (9,82) una batalla casi imposible y quizás en ese imposible radique lo utópico de la necesidad de construcción mítica en los presentes de la experiencia poética de cada uno. Pero “en nuestra vida cotidiana asistimos a una de las manifestaciones más conmovedoras de la fidelidad poética, -dice Vitier- y es lo que pudiéramos llamar la experiencia del “símbolo inverificable”.

Somos fieles entonces al misterio de lo real que nos es ajeno y cuando más inmediato más extraño “más que la perplejidad del por qué o para qué, es la pregunta por el dónde” para ello según Vitier debemos obedecer al espíritu, la fidelidad a la vida debe conducirnos a la vida del espíritu. ¿Pero dónde queda el espírutu? El propio Desacartes se murió sin saber el lugar donde vivía el alma: si en el cerebro o en el corazón. Pero más allá donde radique el alma o el espíritu, la obediencia poética parece conducir a la felicidad. ¿Y la desobediencia?

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 Volver a opinar

“Hay dos batallas que la poesía, como oficio, ha perdido: la de su inocencia y la de su libertad. La primera la perdió contra sí misma, contra el criticismo surgido de su propia conciencia, la segunda la perdió frente a lo otro, frente a ala escisión provocada por esa misma lucidez” (10,97) recuerda Cintio Vitier. Para el poeta cubano el momento cumbre de este proceso se vive con el romanticismo alemán y el simbolismo francés: “la poesía se vuelve cada vez más, meditación sobre la poesía” (11,97). A lo que se agrega la culpa de la poesía frente a la acción, lo que implica una devaluación de la palabra como expresión. Dicho de otra forma: la palabra ya no alcanza. “lo cierto es que la poesía se siente culpable, y no sólo de su desmembramiento interior, de su desconexión con las fuerzas hostiles que ella misma, por rechazo, ha definido, sino tal vez de todo el drama espiritual que agobia al hombre” (12,97)

Estamos trabajando con un ensayo de Cintio Vitier que a mi entender fue uno de los grandes poetas de habla hispana que además de hacer poesía, pensó la poesía también como un acto poético. Por eso en esta idea de reconsiderar algunos temas que para nada cierran los discursos, ni pretender ser definiciones últimas, no permiten volver a opinar. Regresar a las cosas que alguna vez se dijeron y pueden volverse a decir. “La poesía se ha vuelto una conspiración dentro de la realidad” (13, 98) decía Vitier en su texto La estación violenta a propósito del libro de Octavio Paz, en el año 1959 y agregaba una definición que parece presente: “El poeta es un sospechoso, no sólo para los otros, sino en especial para sí mismo; él sabe mejor que nadie que su tarea es clandestina, que lo que, por ejemplo, Gottfried Benn llamara el Mundo de la Expresión se ha cerrado sobre sí como un laberinto de espejos que sólo reflejan palabras, pero que, por lo mismo, lo que afuera se agita con la pretensión de ser la vida es también un laberinto de espejos donde sólo se reflejan hechos, la confrontación de estos dos laberintos es la agonía de nuestro tiempo.

Lo interesante que tiene para uno el ensayo como colagge es la aventura de anudar por relaciones complejas aquellas que parecen simples y viceversa. Y para volver a pensar no está mal recurrir a esa suma de otras reflexiones que parecían de otro tiempo. Recurrir a un colagge de reflexiones sobre las reflexiones de otros poetas sobre la poesía. Y volver a pensar. Pensar y repensar. Porque en Cintio Vitier también existe una relectura de aquellos textos canónicos de Octavio Paz: El laberinto de la soledad y El arco y la lira que alguna vez leímos para entender a México y la poesía. “En Paz la coherencia de la obra intelectual y poética es también una forma de desolación”(14,98).

El cansancio de los materiales.

Leonor García Hernando fue fiel a si misma. Vivió en unidad de poesía y vida. Creo que en los años setenta y ochenta no existe un representante tan cabal que unió a la poesía con el acto cotidiano en forma radical. Sentada sobre sí misma en el bar La Paz escribía  y se iba con su poemas. Fue la mejor representante de las escrituras que se crearon entre fronteras, entre dictadura y pos-dictadura en la Argentina. Y fue para nosotros una referencia permanente de los que conformamos una editorial donde ella publicó la mayoría de su obra poética y una revista literaria como Mascaró.

“La poesía como lo más parecido a una autobiografía de la muerte” (pag 77 La edad de la pesía) adelantaba Tamara Kamenszain en su libro “La edad de la poesía” en su capítulo “La lírica terminal”. Se parte de una tensión casi inamovible: “Porque no hay una manera humana de abandonar la primera persona gramatical, aunque se ensayen otras. Y esto es como decir que no se puede no morir”( pag.77). El poeta es conciente entonces que se escribe más allá de los estados, como un diario de vida contra la propia muerte, los estados irán profundizando el límite de la propia lírica. Un yo intimo y privado que se contrasta con la primera persona del plural. La escritura entre fronteras forzó en nuestro país esos limites entre el yo y la muerte de los otros. Se aprendió a la fuerza a reconocer la muerte pública, ante la muerte lírica de la primera persona, aquello que García Hernado tituló tan bien en “la muerte argentina”.

Elegimos editar en este libro todos los poemas del libro “El cansancio de los materiales”. Se trata de su último libro y donde su poesía se condensa en la unidad de un largo aliento. Poemas que pueden ser leídos individualmente pero a su vez están asociados por la densidad de un lenguaje que abre y cierra cada uno de ellos como si se tratara de un todo y de las partes del todo. Además se trata de un libro original lubricado por las propias manos de Leonor.