Y qué haría Yo si no preguntarte antes de pasar de nuevo por la esquina

Y QUE HARÍA YO SI NO PREGUNTARTE ANTES DE PASAR DE NUEVO POR LA ESQUINA

 

Que haría yo si no preguntarte, si volvería para pasar de nuevo.

Si estuvieras sentada, qué haría yo si pasara de nuevo.

Y si regreso y te pregunto y vos me dirías estoy esperando.

Y si lo dejo para mañana y se te pregunto mañana.

Si yo podría volverme y preguntarte estando sentada mirando hacia mí.

Pero si regresara otra vez y otra vez y tú no estuvieras ya, porque han pasado las horas y nadie espera toda la vida, ni se sienta para toda la vida

Pero si volviera y te preguntara si quisieras, pero sin tomar un café, ni explicar absolutamente nada.

Porque no hay que comenzar necesariamente siempre por sentarse a la mesa o tomar un café.

Podríamos directamente decirnos que conviene que nos veamos en casa, aun sin conocernos, porque no nos conocemos, entrar al baño debajo del agua.

Para qué otro café antes con una ventana hacia una calle.

Para qué regresar si podríamos volver a mi casa a los lugares que no conoces, porque no conoces mi casa.

Entrar al baño por ejemplo debajo del agua transparente, tocarte toda.

Y para qué preguntarte si no hace falta preguntarte,

ni tomar antes un café para decirte todo lo que ya sabemos.

Vamos al baño antes de todo, que te toco toda.

Abre el agua, la caída del agua,

desvístete antes de que me siente y pida otro café, antes de preguntarte el nombre, antes de pasar de nuevo por la esquina.


Ilustración de nota: Alejandra Conti

Cuando Pablo Neruda me llevaba a pasear por Isla Negra

A Patricio Contreras.

 

La cuarentena está permitiendo encontrarnos con el arte, con  el teatro, con la literatura. Todo aparece como un juego poético en la vida de todos los días. Lo cotidiano pasa a ser extraordinario. Uno revisa los archivos, los papeles estancados, como grandes mapas que señalan dónde estaba guardado el tesoro.

Resulta que una mañana me encuentro con un libro de Pablo Neruda titulado “Las uvas y el viento”, editado por Nascimento en Santiago de Chile el día 4 de junio de 1953 a las 6 de la tarde (así está registrada la fecha de edición). El libro está dedicado por Pablo Neruda a: Elba Fábregas, Javier Villafañe, Juan Cristóbal Villafañe (que soy yo), a la Andariega, a la poesía, con amor y su firma, con la fecha del 30 marzo del año 1954.

Dentro del libro aparecen otros papeles antiguos que reconfirman hechos que en su momento me habían contado y que yo mantuve siempre en mi memoria. Pablo Neruda había invitado a mis padres a festejar su cumpleaños. En esa oportunidad Javier y Elba le regalaron a Pablo una función de títeres. La jornada, según consta en la invitación oficial, tuvo lugar el sábado 3 de abril a las 21 hs en la calle Huérfanos 713, piso 8, en Santiago de Chile. Guardo también dentro del libro el menú de la cena que se ofreció para el cumpleaños de Neruda.

Mis padres me contaron que, durante una ceremonia especial, Pablo Neruda me bautizó con vino para que “el niño sea en el futuro un poeta”. Este bautismo se transformó, más tarde,  en un debate familiar acerca de la conveniencia de que Neruda me haya otorgado tal nombramiento desde tan niño. Mi madre, particularmente, reconociendo mis andanzas por el mundo, el salir solo para andar a caballo, el dedicarme a la caza o a la pesca de tarariras en el río, pensaba que aquel destino ya no se iba a cumplir. Yo, en mi primera adolescencia, no estaba tan atento a las necesidades líricas que cualquier aprendiz de escritor que se digne de ser tal necesita cultivar. Si bien vivía dentro de un teatro, con grandes bibliotecas, centenares de títeres colgados en las paredes, un escenario generoso, un escritorio, un taller de pintura, un centro de música, mis prácticas personales no daban muchas señales sobre lo que implicaba ser un digno futuro escritor. Recién a los dieciséis años comencé el juego con metáforas e imágenes y a tener cierta conciencia de la escritura poética.

Pablo Neruda me llevaba cuando era un niño a pasear por Isla Negra y yo siempre guardo el recuerdo de una casa llena de caracoles y platos de cerámica con peces dibujados. También los galopes a caballo por la nieve en los viajes hacia la cordillera y el gran impacto del mar como un gran recuerdo feliz que tengo de este mundo. Mi hermano Emilio nació en Santiago de Chile en 1955. Luego con mi familia nos radicamos en la Provincia de Buenos Aires.

Encontré el texto de Neruda trabajando con un libro de poemas que ya casi tengo terminado. El poemario, bajo la autorización expresa de Leopoldo “Teuco” Castilla, se titula: “El Corte Argentino”. Los poemas, en cada uno de sus capítulos, recuerdan a los amigos de mis padres, como  Leda Valladares, Ariel Bufano, Jorge Enrique Adoum, Emilio Petorutti, Miguel Angel Asturias, Enrique Wernicke,  Violeta Parra, Vicente Marotta, Hamlet Lima Quintana, Luis Diego Pedreira, Enrique Molina, Maria Elena Walsh, Mario Jorge De Lellis, Mario “Pepe” Quintana y, por cierto, Pablo Neruda,  que representaron en mi infancia mis primeras experiencias poéticas y artísticas. Un libro que reúne el mundo familiar, la niñez, el río, y una gran naturaleza invadida por un teatro. Agrego a esta nota el poema de mi libro que está dedicado a Pablo Neruda sobre aquella hermosa experiencia, cuando el poeta chileno me llevaba a caminar por la orilla del mar.

 

 

Pablo Neruda 1954. Los caballos galopan en la nieve.

 

Los caballos galopan en la nieve

Paisaje blanco de un niño iluminado por el sol

Con esas frutas que te traje de Europa

Uvas del viento que te puse en el fuego,

En un mar, en una isla encendida en tu copa de vidrio

Te llevo ahora de la mano para que me recuerdes

Que viste estos caracoles y este plato de peces

Cuando todos los años hayan pasado hasta que escribas la carta final

La ruta del sur al borde del agua

Y salpiquen como la magia de los días en que estuvimos juntos

Y presentemos otra vez mi libro sobre la sangre de aquel tiempo

Y que veas mi letra verde que te recuerde el día

La ventura de saber que una vez nos vimos en la isla

Y tú eras tan niño en esa tarde marítima en que te dije todo

Abre ahora en la segunda página el amor que tiene mi firma

Y salta una vez más del caballo que la nieve abunda

Como el vino de estas uvas que te traje de mis primeros viajes

Cuando puedas comprender la importancia que tienen las cosas

Y que sepas más de mí en la vida final que fue tan triste

Porque tuve que irme cuando me traicionaron en mi pueblo profundo

Mis poemas escritos en la altura y en el brillo del agua de la isla que ya viste

Tomado de mi mano cuando apenas hablabas

Eras tan niño con ese brillo de sol extendido que ya casi no recuerdo

Si el brillo no era el mar sobre la tierra

O era esa carreta donde viajabas en el teatro que te vio nacer

Y viniste a visitarme para que te derrame el vino sobre tu primer viento con las uvas.

Y que te espero de nuevo cuando vuelvas a la entrada del mundo, en la patria de al lado.

 

Juano Villafañe

Poeta, Gestor cultural, Director artístico del Centro Cultural de la Cooperación

 

Agradezco la ilustración de Alejandra Conti

Cuidar el parque

CUIDAR EL PARQUE

 

Cuida bien

 

Cuida bien el perfume de tu césped

Cuida bien lo que recién se ha cortado

Como la calle alta, la sin sombra, la abrazada a la muerte y  a su plumaje ciego.

La que vaya con delicias de los árboles verdes que vimos una vez

y el borde de una puerta que daba a otro cielo como una juventud.

Cuida el césped y su perfume, cuida los pájaros y el agua que viene.

 

Cuida el césped y la calle con la muerte

Cuida la luz y la casa con un ángel.

 

Cuida el perfume del césped recién cortado, a su príncipe, al jardín del fondo,

a la legua incluida.

Cuida lo inclinado de la calle del agua que vierte con su perfume el rojo.

Cuida al otro casi sin perfume, sin madera hundida, ni piel.

Cuida la piel impregnada en el césped, la abundancia de la luz.

Cuida lo desnudo, lo herido como perfume, el césped, el rigor de la helada para llegar al fondo de las cosas.

Cuida de ti como se cuida un ángel

Cuida el ángel y el trabajo bien hecho.

 

No cuides el parque.

 

No cuides el césped, ni el parque, ni el trabajo bien hecho

Deja que la hierba crezca

Que vuelvan los jaguares que se asoman y miran la tarde al caer en otro cielo.

No cuides ya la casa llena de jaguares, llena de pájaros

No detengas las impregnaciones, ni el final que daba a un río.

No abras la puerta, ni te abras de nuevo

Deja crecer sobre una calle donde ingresa el silencio, la selva y los andenes

No cuides, no desperdicies la abundancia, los vértigos en las andadas, ni los perfumes salvajes.

No cuides ya, que nadie vuelve.

 

 

Cuida otra vez.

 

Cuida otra vez que se devoran de perfume y de verdes las vertientes del agua

Es todo tan real, tan parecido a mi como tus ojos

Tanto se hecho por lo que crece de nuevo.

Hay un jardín, hay otros, están todos en la calle que ingresan en silencio.

Es el silencio azul y el trabajo bien hecho en la noche que se dice has dado todos los sonidos.

En lo que no se ha pronunciado todavía.

En la música que aparece cantada

Cuida tu apertura, el que regresa de noche con el amor del mundo a dar la vuelta sobre tus pies descalzos.

Lo amas y te ama en las abundancias y andanadas de un río,

un río que se abre con cuidado.

Cuida ahora el jardín donde se crece. Te has dado cuenta ya de todo.

Imágenes extendidas

IMÁGENES EXTENDIDAS

 

La humildad era ese tendal de peces sobre las alambradas agotadas de sangre.

Como rojos prendidos a las anguilas que no terminan de caer a la tierra.

Con el agua marrón que aun corre sobre el borde del barro con aquellos animales que siguen atacando.

Abrimos otra vez la tranquera de regreso, el tendal de pesca para que se vea el trabajo lleno por el día.

Todo como un cuadro que recién atardece.

Mi madre asombrada por el exceso de sus hijos recibe las visitas. Todos miran el mundo, la casa y el teatro.

 

(Del libro inédito, El corte argentino)

La imagen editada corresponde a la artista Alejandra Conti.

El estado de la ficción y una sociedad incrédula

EL ESTADO DE LA FICCIÓN Y UNA SOCIEDAD INCRÉDULA. (La obra que se edita con esta nota corresponde a la artista Alejandra Conti)

A propósito de una reflexión de Noam Chomsky

“La desilusión con las estructuras institucionales ha conducido a un punto donde la gente ya no cree en los hechos. Si no confías en nadie, por qué tienes que confiar en los hechos. Si nadie hace nada por mí, por qué he de creer en nadie”. Esta reflexión inicial propone un debate entre los grandes relatos ficcionales que producen los medios de comunicación y las micropoéticas de la resistencia que ofrecen los artistas.

Noam Chomsky considera que: “El neoliberalismo existe, pero solo para los pobres. El mercado libre es para ellos (los poderosos), no para nosotros. Esa es la historia del capitalismo. Las grandes corporaciones han emprendido la lucha de clases, son auténticos marxistas, pero con los valores invertidos. Los principios del libre mercado son estupendos para aplicárselos a los pobres, pero a los muy ricos se los protege”. A ello hay que agregar que vivimos la ficción de que el mercado es maravilloso porque nos dicen que está compuesto por consumidores informados que adoptan decisiones racionales.

Para Chomsky la desilusión con las estructuras institucionales ha conducido a un punto donde la gente ya no cree en los hechos. (Si no confías en nadie, por qué tienes que confiar en los hechos. Si nadie hace nada por mí, por qué he de creer en nadie.).

La ficción artística establece siempre relaciones sensibles. En esta etapa de la post-verdad en donde nada parece como cierto, la ficción aparece paradojalmente como una zona creíble. Digamos que la verdad artística o la ficción se presenta como mucho más creíble que la propia realidad.  Aprovechando este estado ficcional aceptado y reconocido en general por la ciudadanía, una empresa como Netflix adquiere una presencia masiva en la sociedad. Las obras que presenta Netflix inclusive generan una agenda cotidiana para el debate que ofrece el ciudadano medio, estar enterado es reconocer que fue lo que se ha visto  o no se ha visto de la programación que ofrece Netflix.

Esta gran paradoja producida por la desilusión ciudadana que ya no reconoce la verdad de los hechos ni las instituciones ha re-colocado el lugar de la ficción artística en un plano de alta masividad. Netflix a la vez ofrece productos de cierta calidad artística y esto también es notable, por lo tanto los relatos artísticos tienen masividad. Pero también los micro-relatos y las micro-poéticas adquieren cierta masividad por cierto relativa, pero también impactan y se mantienen en la programación del circuito cultural presente.

Por ejemplo: La Cuna Vacía es un espectáculo maravilloso de Omar Pacheco que se estrenó en el Centro Cultural de la Cooperación por los 30 años del Golpe Cívico-Militar y lleva realizadas cerca de 6300 funciones y sigue estando en cartel. La Cuna Vacía es una obra de Teatro que habla del dolor, pero lo hace desde la búsqueda de la luz, desde la pintura, como si fueran imágenes y metáforas móviles en permanente acción, como si fuera una película. Este ejemplo puede extenderse hacia una gran cantidad de ejemplos. Parecen ser fenómenos típicos de las grandes crisis, el ciudadano busca encontrase con otro mundo dentro del mundo de los simulacros y artificios.

Paradojas al fin que conviene atender para pensar que ocurriría si los grandes sueños y utopías se transformaran en realidades cotidianas. Por eso más allá de los consumos y utilizaciones comerciales, el arte y los sueños tienen alto impacto en los propios cambios que necesitan los pueblos.

El fin de la cultura libresca?

EL FIN DE LA CULTURA LIBRESCA?

La cultura libresca ha sido alterada por el impacto de las industrias culturales y muy particularmente por las ciber-culturas. Este tema es muy importante para estudiar porque permite reconocer cómo se ha ido re-configurando el capo intelectual y político en nuestro país y en América Latina. Este tema sirve para considerar cómo trabajar en la política-cultural y en lo político.

Recordemos que La Reforma Universitaria de 1918 tuvo un gran impacto en America latina y en todo el movimiento “arielista”, (pensemos en Mariátegui, José Antonio Mella o Haya de la Torre)   movimiento basado en el Ariel de Rodo donde se consideraba al intelectual, a los jóvenes estudiantes, a las nuevas clases medias, como los sujetos de la revolución, la modernización y la transformación en nuestro continente. La figura del Ariel representa al intelectual y es un personaje de la obra la Tempestad de Shakespeare.

 

ESA CULTURA LIBRESCA TRADICIONAL se ha modificado con el impacto de las redes.

Antes se hablaba de cultura popular, cultura de elites y cultura de masas, bien definidamente. Hoy las subjetividades del presente fueron colonizadas. La cultura libresca, ha sido colonizada por la cultura industrial y finalmente  por la ciber-cultura y estas modificaciones que se producen con las redes atraviesan transversalmente a los sectores populares y a las elites.

 

El  consumo a través de Internet no ha generado por cierto el abandono de los bienes culturales analógicos tradicionales  sino más bien la forma en que se distribuyen, o sea el libro en papel sigue existiendo, el disco o el cine, pero adquieren otras sistemas de distribución y consumo  con Internet

EL fin dominante de la cultura libresca es un dato de la realidad que impacta sobre la configuración total de los campos intelectuales tradicionales y culturales, establece nuevos sujetos y nuevos sectores se incorporan a esta cultura de internet.

Este fenómeno de Internet está asociado al neoliberalismo a la forma de hacer política, a lo virtual, a la pos-verdad. Pero quiero ofrecer un dato importante en relación a la forma de enfrentar las lógicas neoliberales que son hoy muy funcionales a las lógicas virtuales de las redes.

 

La estructura de clases sociales de la región (recuerda en la nota “El misterio de la clase media en América latina”, Alfredo Serrano Mancilla)  ha cambiado sustancialmente de forma acelerada. Se conformó un nuevo sujeto gracias a las políticas redistributivas implementadas en la región. En Bolivia, en la última década, el 20% de la población ha pasado de la extrema pobreza a ser considerada como clase media. En Ecuador, en ese mismo periodo, la clase media se duplicó. En Venezuela, durante la Revolución Bolivariana, se triplicó. En Argentina, durante el ‘kirchnerismo’, se incorporaron 9 millones de personas a esta categoría. En Brasil, durante los gobiernos de Lula y Dilma, la nueva clase media abarca a 39 millones de personas. Este ascenso social o ‘reenclasamiento’ positivo es un rasgo característico irrefutable de este ciclo político.

 

García Linera la conceptualiza como «clase media de origen popular». Esta clase media nueva conlleva también una nueva intelectualidad nacida dentro del cambio de la cultura libresca por la cultura de internet.

 

Hay que pensar en este nuevo fenómeno de re-configuración intelectual y las nuevas clases medias de origen popular y sus relaciones con la política establecida o tradicional. Yo creo que este fenómeno hay que atenderlo y ya comienza a manifestarse en el circuito cultural argentino y latinoamericano.  De otra forma y por otros caminos se parece de alguna forma a aquel gran movimiento “arielista” que circuló por América Latina durante las primeras décadas del siglo pasado.

Hoy debatimos por una Ley Nacional de Cultura

Por una ley de Cultura

Norma en debate

Por María Daniela Yaccar (Página 12)

 

En un contexto de “emergencia”, el movimiento de Núcleos y Colectivos Culturales –integrado por más de 40 espacios diversos– inaugurará esta tarde el debate por una Ley Nacional de Cultura. En el bar del Centro Cultural de la Cooperación (CCC), a las 13, representantes del sector discutirán diez puntos para la elaboración de una norma marco que apunte a la implementación de “políticas públicas federales” y “un mecanismo de redistribución justa y equitativa de recursos y bienes para todas las jurisdicciones del país”, según se puede leer en el documento que puntualiza los ítems. La necesidad de un encuentro nacional y de un relevamiento del ámbito en todo el territorio son otros aspectos que se integrarán al debate.

“Buscamos que el Ministerio de Cultura de la Nación tenga una ley marco que le permita establecer formas de organización territorial, federal, regional, con la participación de los distintos sectores que integran la vida cultural”, explicó a PáginaI12 el director artístico del CCC, Juano Villafañe, también integrante del Frente de Artistas y Trabajadores de las Culturas (FAyTC), uno de los espacios de Núcleos y Colectivos Culturales. La discusión recién comienza, pero podría decirse que la iniciativa persigue dos cuestiones fundamentales: “el pleno funcionamiento de un Consejo Federal de Cultura, para darle participación en la elaboración de políticas a todo el sector; y un observatorio de políticas públicas, que haga un seguimiento de lo que está ocurriendo en el país”.

Algunos de los tópicos que se tratarán hoy son: la cultura como derecho, la diversidad, la identidad, el federalismo, la promoción de experiencias autogestivas y comunitarias, los pueblos originarios como parte de la diversidad, el trabajo y el patrimonio. Según Villafañe, el proyecto se hará eco de la “emergencia cultural” y se volverá “un motor para atender cuestiones estructurales de cada sector, como los actores, las milongas y los centros culturales”.

Anteriormente, en dos ocasiones, el Frente de Artistas y Trabajadores presentó al Congreso una Ley Federal de las Culturas, que no llegó a tener estado parlamentario. Surgido ante los despidos en la cartera que conduce Pablo Avelluto y el desmantelamiento de programas, el movimiento de Núcleos y Colectivos Culturales está conformado por Radar de los Trabajadores, ATE Capital, Carta Abierta, Teatro por la Identidad, la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina, Espacios Escénicos Autónomos, Colectivo LIJ, Arte Cinema y ECuNHi, entre muchos otros grupos.

Javier Villafañe no ha existido nunca

 

 

Javier Villafañe no ha existido nunca.

Los prodigios que producía ese señor de barba blanca y ojos submarinos no tenían el menor asidero en la vida real. Alucinado, creyendo en el embeleco de su existencia, hace años que intento hacerle una elegía. Y no hay cómo…

Por Leopoldo Castilla

Una vez reuní una serie de pruebas que demostraban que Javier Villafañe, no había existido nunca, dado que todos los prodigios que producía ese señor de barba blanca y ojos submarinos no tenían el mínimo asidero en la vida real, menos en el código de las buenas costumbres, además de no registrar antecedentes en la historia que, como todo el mundo sabe, se repite y no se anda con imaginerías que pongan en duda su buen nombre y honor.

Javier Villafañe en realidad fue el invento de un señor que se llama Maese Trotamundos, el del sombrero alón y la corbata voladora. Un actor de fuste que ascendió al papel maché y a la gloria del teatrino donde cosechó aplausos y una amante que rima con amante: Genoveva de Brabante.

Fue él el que inventó La Andariega, una carreta para que la mula Mariposa, llevara a un titiritero con las bridas y a otro fumando, mirando el cielo, que es donde continúan todos los caminos. Fue él, el que cargando en su maleta, a Javier, ese señor que solía usar tres sombreros en su cabeza disparatada, lo sacaba en las funciones para que cuente las monedas de la gorra, una para el pan, otra para el amigo, otra para el vino, y el que lo ponía a escribir versos emocionados de tanta alegría. Después, el tal Villafañe, adquirió una alevosa maestría que hasta se dio el lujo de ser un gran poeta, ese Jacques Prevert de la poesía latinoa­mericana y no sólo eso, sino que además, como contaba Salvador Garmendia, les enseño a escribir cuentos a los venezolanos, con una prosa breve, feroz y risueña.

Quiero hacer hincapié que Don Maese Trotamundos pernoctó varios años en Los Andes de Venezuela, donde se asiló perseguido por la Junta Militar Argentina, que como todo el mundo sabe eran títeres, sin saberlo, sólo que a diferencia de éstos eran crueles y mediocres. Allí, al parecer el susodicho Villafañe, para seguir aparentando ciertos rasgos humanos, se dedicó a escribir libros, a juntar cuentos y relatos de cuanto veloriado había y hasta creó una Cátedra de Títeres en la Universidad. Todo a espaldas de Maese Trotamundos que, ajeno a estas maniobras, salía a ganarse el pan, actuando de pueblo en pueblo, como lo venía haciendo por toda América Latina.

No contento con ello el mencionado Javier se las ingenió para entrar a España de contrabando junto a un tal Juancito, una tal María y el Diablo, miren ustedes, el Diablo, las compañías en las que andaba. Allí llevó a otros personajes que sería de buen gusto no recordar por aquello de “dime con quién andas y te diré quién eres”, como Dávalos novelista, Paulino Durán, titiritero, Eduardo Gomandés, fotógrafo y bajo el poncho a toda la poesía de Venezuela.

Anduvo por Castilla-La Mancha, cobrando los emolumentos que conseguía Maese Trotamundos -ya al borde de una palidez mortal, de hambre seria – y, por supuesto, dilapidándolos sin que pudiera ser capturado por policía alguna, ya que carecía de impresiones digitales -siendo bastante impresionista- como le ocurre a todos lo titiriteros que ceden sus manos a las manos de los muñecos.

En uno de sus viajes a Venezuela vino del brazo de una bella mujer llamada Luz Marina. Es fácil ver la argucia literaria detrás de este nombre. Una muchacha tan encantadora que sólo podía ser una metáfora y que lo acompañó por todos los caminos haciéndolo atravesar aduanas con pasaporte verdadero, pero con la persona falsa. Porque persona de este mundo no era, de eso estoy seguro.

Maestro en ardides como Pedro de Urdemales, como Juan El Zorro, en cuya compa­ñía supo trasegar vinos y países, se afilió al Partido Comunista -en realidad no sé si se afilió- pues como es lógico en quien es imaginario, se unió a la utopía. Tal era su don de hechicería que hasta viví con él -consiguió hacerme titiritero y trastocar mis impolutos hábitos. Sí, repito, viví con él, totalmente convencido de que existía. Por creerle perdí una escombrosa mansión que alquilaba en el muy distinguido barrio de Lavapiés, a causa de que sobraba un cuarto. «Es el cuarto del viudo, Teuquito, hay que buscar un viudo». Hallamos un divorciado, Tito Gómez (todo di­vorciado es un viudo provisorio) quien a su vez halló a una dama que alucinada se desnudó en el balcón y a los gritos amenazaba con suicidarse. Resultado: yo en la calle, denostado por los vecinos, porque además de ese escándalo, el susodicho Javier el día antes, había salido en procesión con la barba pintada de rojo y un copón en la mano, y en esa procesión, precedido por mí -perdón Santa Madre Iglesia, perdón- que disfrazado de Papa repartía bendiciones a los atónitos madrileños.

Desde entonces tengo estos desvaríos que no se me pasan. Y es más: alucinado como Don Quijote que al verlo en La Mancha abandonó España, porque como decía, ya el irreparable Ingenioso Hidalgo: «Coño, me libro de ver gigantes donde había Molinos y ahora veo Javieres Villafañes”. Y se internó en un, neurosiquiátrico.

Alucinado, decía, yo, es que esto les cuento, que creyendo en el embeleco de su existencia hace años que intento hacerle una elegía. Y no hay cómo, porque viéneseme para al lado y el muy invisible me dice: “No sea burro, no se ponga solemne”.

Da dos pasos y antes de desaparecer agrega, el maldito: “No le va a salir, no le va a salir”.

De allí que atado a un hilo de conciencia que me resta, respetable público, damas y caballeros, reafirmo mi teoría: Javier Villafañe, no ha existido nunca. La prueba es que ese señor, esa criatura estrafalaria y prodigiosa, no puede morir, nunca va a poder morir.

Las vanguardias. Una bofetada al gusto

Prólogo del libro: Una bofetada al gusto.

(Libro copilado por Alberto Guidici y Juan Pablo Pérez)

 

Las Vanguardias

 Juano Villafañe

Director Artístico del Centro Cultural de la Cooperación

 

 

Qué podemos decir sobre las vanguardias artísticas del siglo XX que todavía no se haya dicho. Las relaciones del arte con la técnica, con  el absurdo, con la física, con las dimensiones que juegan en un plano, las que juegan entre un plano y un volumen, la cuarta dimensión, las vanguardias asociadas al futuro, la producción moderna industrial, hasta lo más profundo de los campos subjetivos, todo estaba en discusión, todo estaba en juego. Las vanguardias, particularmente con la Revolución de Octubre, fueron a las búsquedas de las grandes transformaciones que producía la política, la Revolución se defendía también desde el arte y con el arte. La gran trasformación cultural era la propia Revolución, la gran ruptura epistemológica, los nuevos sentidos los ofrecía la Revolución. El hecho histórico extraordinario fue el gran encuentro entre las vanguardias artísticas y las vanguardias políticas. Las transformaciones en el arte no se realizaban ya sólo dentro de la modernización capitalista, el socialismo también transformaba el arte o el arte aportaba a la trasformación social, el socialismo se presentaba como una gran alternativa moderna frente a la otra modernización capitalista.

Pero el título elegido para este libro Bofetada al Gusto provoca volver sobre temas tan caros asociados a las transformaciones que proponían las vanguardias. Por eso resulta muy inteligente reconocer este título, pensando en que la historia del arte se asocia a dos movimientos: la historia del gusto y a la crítica del gusto. Una bofetada al gusto social es un manifiesto colectivo realizado en Moscú en 1912 por los futuristas rusos. Aborda justamente una crítica radical al gusto establecido y es muy explícito además cuando dice: El pasado es estrecho. La Academia y Pushkin menos comprensibles que jeroglíficos. Puskin, Dostoievski, Tolstoi, etcétera, etcétera, deben ser tirados por la borda del vapor del Tiempo Presente. El acto irreverente será una de las condiciones de los manifiestos. El propio Vladimir Maiakovski volverá a recordar este escrito en su otro Manifiesto: ¿Por qué cosa bate el LEF? donde reconoce que: La reacción ha creado un arte y un hábito de vida según su propia imagen, su gusto.

Las vanguardias artísticas en general coincidían en lo básico: la vida era el arte y el arte era la vida. También las tensiones revolucionarias de la política permitieron atravesar la vida y el arte con objetivos claros de modernización. Podemos tomar como ejemplo de este fenómeno la frase que impulsó la Revolución de Octubre: “Electrificar Rusia”, consigna leninista que de alguna forma era una metáfora, y a la vez, una acción política ineludible en el necesario proceso de modernización socialista.

Las vanguardias atravesaron el sentido de la creación artística y los nuevos emergentes vinculados a la ciencia, la técnica, la producción industrial. También las vanguardias permitieron junto a las grandes producciones artísticas debatir teóricamente entre sí frente a los diversos manifiestos. Se confrontaba con la idea  de que sólo había que representar la realidad tal cual era; a la vez, mientras se hacía un elogio de la técnica y la máquina, se dudaba  del cientificismo aplicado al arte como única forma de combatir el naturalismo. El Lissitsky, en su Manifiesto Proun decía que a pesar de que era necesario que el arte se encontrara con la ciencia, el nuevo universo de objetos creados por el artista superaba a la máquina y a los ingenieros. Para el propio Pablo Picasso el cubismo no podía estar asociado únicamente a las matemáticas, la trigonometría, el psicoanálisis, esa mirada cientificista a ultranza era criticada por muchos. Pero es indudable que también existía un debate  científico y técnico sobre cómo  debía componerse el arte en un plano, las diferencias entre la geometría euclidiana y la no euclidiana. De alguna forma el arte se encontraba con la ciencia en la medida que le permitía ampliar la construcción de nuevos espacios y nuevas dimensiones.

En el debate sobre el cientificismo y el arte se colaba la problemática del espacio, pero también la Revolución necesitaba colocar su impronta de modernización productiva en el otro espacio: el social, que justamente había que transformar. El espacio geométrico era también una forma de vincular los espacios artísticos y políticos en diversas circunstancias como cartografías asociadas y a la vez independientes. En estas condiciones siempre estaba jugando el problema esencial del arte. Como decía Juan Gris, uno de los grandes referentes del cubismo: Se puede inventar aisladamente una técnica, un procedimiento, pero no una condición espiritual. ¿No era la propia Revolución, entonces, una compleja relación entre “lo científico-ideológico” y el espíritu de una subjetividad en juego para cambiar el mundo?

Todos los manifiestos de las vanguardias artísticas trabajaban sobre algunas premisas que imponían la lucha ideológica y la lucha revolucionaria. En el Manifiesto Productivista de Aleksander Rodchenko y Varvara Stepanova de 1920 se aclaraba muy explícitamente: La misión del grupo productivista es la expresión comunista del trabajo constructivo materialista. El grupo se ocupa de la solución de este problema basándose en hipótesis científicas y poniendo de relieve la necesidad de sintetizar el aspecto ideológico y formal para orientar el trabajo experimental por la vía de la actividad práctica. Sobre este estado entre los espíritus, la materia, el sueño, la vigilia y la transformación moderna, el propio Lenin lanzó una frase que sigue viviendo entre todos nosotros: Todo es ilusión menos el poder.

Los debates se daban entre las vanguardias y entre los expositores de esas vanguardias en todas las direcciones y en todos los niveles. Porque las vanguardias también tuvieron que probarse a sí mismas y demostrar el sentido del arte moderno. Debatieron a veces crudamente entre sí. Se cotejaba si el Futurismo no era una limitada estética positivista o si el Constructivismo no era un tecnicismo abstracto. El Futurismo (que fue uno de los primeros movimientos en ir en ayuda de la Revolución) no era necesariamente una línea ascendente en constante progreso, o quizás, sí lo era para las interpretaciones más superficiales. El propio Futurismo tuvo varios debates en el interior del movimiento y fuera de él. En el Manifiesto del Realismo de Naum Gabo y Antonine Pevsner de 1920 se observaba que: Los intentos realizados por cubistas y futuristas para sacar a las artes figurativas del fango del pasado sólo han producido nuevos desencantos. Estaba en discusión el viejo sistema económico, social y cultural, y también la forma de generar las rupturas del arte con el pasado.

No deja de ser interesante que un conjunto diverso de vanguardias y manifiestos en Rusia-URSS  (inclusive fuera de Rusia) se vinculaban de una u otra forma a la misma y única vanguardia política que proponía el socialismo como sistema de vida o se dividían, como indicaba Maiakovski, en un futurismo de “izquierda” y otro de “derecha” y “los izquierdistas que esperaban a octubre han sido bautizados con el nombre de “bolcheviques del arte”.

Resultaría muy importante hacer un estudio comparado de los Manifiestos y de los productos artísticos referenciados en cado uno de esos movimientos. Dentro de un mismo espacio histórico las vanguardias habilitaron una gran diversidad de estéticas y procedimientos. El  Manifiesto Nosotros los Futuristas de Osip Brik dice: Dejar desarrollarse libremente todas las personalidades y los grupos creadores. No permitir que ninguna tendencia predomine sobre otra sirviéndose ya sea de una gloria tradicional y consagrada, sea de éxito de moda. Muy a menudo hemos visto en la historia de la humanidad la “moda afiebrada” de impulsar lo nuevo hacia adelante, impaciente de transformar lo antiguo en rutina; y venir la generación siguiente a llorar sobre las ruinas de la belleza y pasar con desdén entre los reyezuelos destronados del éxito fácil. Resulta interesante reconocer en este Manifiesto el elogio a la diversidad y la vigencia de la crítica al éxito.

Un estudio más extendido sobre los manifiestos de las vanguardias podría inclusive reconocer la vigencia de muchos de sus postulados. En el Manifiesto de los Kinoks de Dziga Vertov, “Cine Ojo” (1923) se declaran ideas que hoy siguen teniendo total actualidad, frases como: El cine-drama es el opio de los pueblos pensando hoy por ejemplo el la telenovela lacrimógena, o cuando declara: ¡Abajo los reyes y reinas inmortales de la pantalla! Vivan los normales filmados en la vida durante sus ocupaciones habituales, se parece a una crítica del simulacro de la pos-verdad o a lo virtual en nuestro presente.

Por cierto, no corresponde hacer traslados automáticos sobre los movimientos vanguardistas fuera de sus contextos históricos. Pero vivimos una época de grandes simulaciones donde se confunde la vida real con lo mediático, se ha perdido esa expansión utópica del artista como un trasformador, no sólo de la estética, sino también de la vida. Las vanguardias, lo mejor de las tradiciones vanguardistas, siguen moviéndose desde el fondo de la historia.

Poca veces en la historia tantos artistas e intelectuales con una gran capacidad creativa  como Vladimir Mayakovski, Vsévolod Meyerhold, Sergei Eisenstein, Dziga Vértov , Liubov Popova, Vladímir Tatlin, manifestaron a la vez una gran autoridad política y revolucionaria.

Este libro tan bien copilado por Alberto Guidici y Juan Pablo Pérez, curadores y responsables de nuestro Departamento de Ideas Visuales del Centro Cultural de la Cooperación, es indudablemente un gran aporte en nuestro país ante los 100 años de la Gran Revolución Rusa que cambió el mundo.

 


 

 

La mujer parecida a mí

LA MUJER PARECIDA A MÍ

No era mi madre que regresaba vestida, hábil de cuerpo, parecida.

Fondo de otra luz que vive tan exacta y se posa en mis ojos como una transparencia.

A mí que me dicen que soy más claro aun que mi propia historia.

Tan parecida como yo a ella, a la que brilla en la piel oscura.

Ella  hacia mí, cabalgadura, resplandor de mi propio rostro parecido.

 

Serás por tu sangre parecida a mí,

cuerpo estas de lo vivido como aquello que tuve en el destino de las inundaciones y los fuegos

puerto y campo de andar con los veranos y las sumas

tanto eres menos lo perdido por que caías sin dolor sobre la tierra

a galope de ella tan hacia mí, tan estable que regresabas vestida o volvías a caballo

todo sobre los estados que se van con el mundo

y tan cerca, tan hacia mí, tan parecida.

 

Más aún, más cerca que la orilla y más lejos que el mar.

 

(Del libro inédito: El corte argentino)